Bla Bla Bla Goodbye Bla Bla Bla

lunes, 1 de junio de 2009

Susan Boyle: Que se mueran los feos.





La historieta de hoy es la siguiente: Empieza en uno de esos horrendos programas conocidos como de "reality Tv"; programas que han sustituido a las antiguas fórmulas porque así se evitan contratar a profesionales ahorrándose su caché, y encima a la "ciudadanía" que se presenta se la puede manosear y tratar a patadas al gusto, porque nadie va a abrir el pico: Con los cientos de miles de de cretinos dispuestos a paliar su soledad y su miseria haciendo el memo sobre un escenario, la competencia es tan dura que hay que tragarse docenas de sapos y culebras; Algo así como el mercado laboral actual pero con focos, purpurina y micrófonos en el ajo, a menos que trabajen en una barra americana que es una ocupación que aúna la tendencia laboral y la televisiva.

y es que estos programas hechos a la medida del guapito de cara que se sabe dos cuplés y de la monina de escote hasta el Monte de Venus, cuando no "monte venoso", que baila la conga con especial salero y soltura mientras mueve el culo, atraen a cientos de miles de desequilibrados que, con todo el derecho del mundo, se preguntan: ¿Oh por Zeus, por qué no me voy a llevar yo mi pedazo de pastel y aplacar mi soledad si yo lo puedo hacer mejor?. Cuestión tan legítima como envenenada y peligrosa.

Hete aquí que entre la cantidad de dramas humanos, naufragios, derrotas y bromas de mal gusto, amén de unas cuantas toneladas de solomillo de psiquiátrico, de vez en cuando sobresale de entre la cacofonía alguna persona que canta la jota con una delicadeza celestial , baila el chotis divinamente o sabe tocar el violín mientras fríe dos huevos, lógicamente fritos, nunca revueltos.


Esto le pasó a una tal Susan Boyle, que aún de asilvestradas maneras y no siendo la concursante más brillante del lote, sacaba bastantes puntos por encima del resto de sus compañeros, cámaras y presentadores incluidos. Como encima parece que con su repertorio de dos canciones y su potente voz conmovieron al guardia jurado, siempre atento al negocio y a los baños de Pounds, le dijeron que mejor que abandonase a sus gatos en una cuneta, se afeitara el bigote, se arreglase esas ropas del Salvation Army, y que se hiciera la depilación brasileña porque con un poco de suerte hasta puccia il biscotto porque está desde ese momento dentro del concurso.

Susan no pasa por lo de los gatos, ¡bien por Susan!, pero el resto de las instrucciones las sigue como el "Padreputativonuestro" creyendo que este es un mundo justo y que ahora le toca a ella su ración de cocktails de champan, de cocktails de gambas y de cock y tail a secas... ¡bendita inocencia!.



La cosa tiene su allá, no crean, porque enseguida el video de su hermosa actuación empieza a circular por internet, este comedero de pollos, patos y cretinos, para regocijo de la chavalada, de la soltería y de los aficionados a la poesía de las pequeñas cosas. ¡Top dollar mama-san!. También se hace público que nunca ha conocido varón y se convierte ipso facto en la Santa Patrona de los Informáticos paletos. ¡Eso es entrar por la puerta glande grande en el mundo del Show business!

El caso es que entre una cosa y otra, y por hacer tiempo y maximizar beneficios, se la pasea por la prensa, las televisiones y hasta es prestada a sus colegas transoceánicos como se prestaban los monstruos y las atracciones de barraca decimonónicas entre continentes. Susan tan contenta: de estar muerta de asco cantándole a los geranios y a los gatos, a que le escuchen las gracietas millones de personas hay un trecho. Como la pobre señora nunca ha sido muy popular en su barrio y tiene más bien pocos amigos (no quiero resultar cruel y decir ninguno), no dispone de esa voz cercana que le advierta del peligro que corre, de que la están tomando el pelo y de que mejor que se tome las cosas con calma porque nada bueno y nadie sano sale de las barracas de estos empresarios neo-circenses con televisión. Una pena.

Pero todo lo bueno acaba, y llegan a la final de ese "pograma". Bailan, cantan se menean y se lo pasan pipa unos y otros, como auténticos gilipollas; pero a la hora de la verdad, que es la hora en que los bares cierran, se piden los favores o se reparte la pasta; el montante, la fama y el aplauso se lo llevan un simpático grupo de chavales de goma que hacen piruetas y cantan a la tolerancia y al respeto y esas cosas que se han puesto tan de moda desde que salió Windows 95.

Susanita, que no se engañen no tiene todos los tornillos en su sitio, se ríe, saluda, aplaude, se levanta la falda, pero se lleva un chasco de tres pares de cojones, ¡Leaping lizards!. Llega al hotel, se toma varias copas de julepe, y le empiezan a pasar por delante todas sus miserias y sus problemas, se empieza a sentir usada y utilizada y monta un bis que hace temblar de miedo a medio hotel, terminando con sus huesos en un psiquiátrico por "agotamiento mental", y a estas horas, una hora menos en Londres y en Canarias, estará viendo la tele sedada hasta las cejas para evitar que se corte las venas a mordiscos, o lo que es peor, que se las corte a otra persona ajena al mundo del canto televisivo y la neo-farándula ciudadana.



Ya ven cómo ha terminado la historia, exactamente como todos se esperaban menos cuatro ingenuos, dos despistados y la señorita Boyle, que se ha dejado liar con palabras bonitas, se ha cegado con un mundo de cartón piedra y, lógicamente, se ha dado cuenta tarde de que le han tomado el pelo de mala manera.

Si por un casual tienen afición por la fábula del patito feo (y les recomiendo toda la obra de Andersen), allá Vds, como allá Vds si dan sus gozos y sus suspiros a cualquier patito que se les cruza, a cualquier cisne que se los camela, o se pasan la mitad del día suspirando por príncipes azules o princesas del higo seco, que ahí yo no me meto, hoy...

Lo que es muy feo y hace llorar a los hermanos Calatrava, es que esa tendencia tan del S.XX de asociar la fealdad física con la corrupción moral, y la belleza con la bondad y la capacidad, se la empapucen a los televidentes hora tras hora hasta en los anuncios, y es que para muchos será más agradable ver un desfile que parece un manual de operaciones estéticas, que personas de carne y hueso sin silicona ni botox, con sus granitos, sus caídas de carnes y sus imperfecciones.

La belleza siempre tiene su "no se qué, qué se yo" tan inasible y fugaz, pero además siempre se usa para decir "nosotros, los guapos" en oposición a un "ellos, los feos". No me tiren de la lengua que ejemplos político-estéticos los pueden encontrar por si solos a puñados.

Claro que tanta culpa la tiene el espectador cateto que se deja llevar por las corrientes televisivas eugenésicas y criptofascistas (¡pero qué palabra más bonita!) que pretenden igualar la belleza física con las virtudes de los individuos, como el meapilas de mercadillo que pretende dar unos méritos al "feíto" y a la "feucha" por haber nacido así. Tan peligrosa y tan imbécil es una cosa como la otra.

Todo esto para el poco respetable público yankee o british, está muy bien. Entre tanta cirugía estética y tanta treintañera de sesenta años, ver un rostro vulgar, tirando a muy feo, es una novedad comparable a la televisión en color: una revolución; además en ambas pantallas de sensibilidades tan peregrinas estas historietas de "lucha por los sueños", de princesas anoréxicas, de madres con 16 hijos y demás fulanos y fulanas, se venden como rosquillas; y cada dos semanas, más o menos, tienen un "caso" nuevo en el que volcarse y regodearse a su gusto sin que nadie se acuerde ni se pregunte qué ha sido del anterior, ni siquiera sospeche del siguiente que vendrá. Prueben a llevar la cuenta durante un tiempo.


Lo que me ha extrañado profundamente desde el principio, es que tantos conciudadanos, ya saben esa mezcla de cabrones, meapilas y tontos del ojete que se pasean por nuestras calles en clancletas sin calcetines y dando gritos, hayan seguido con tanta pasión como aspavientos esta historia que, y esta muy feo que se lo tenga que recordar, es el pan nuestro de cada día en nuestras fronteras.

Muy curiosamente, en este país sucede que el "feo" y la "feita" siempre han sido los que han contado mejores chistes, los que mejor cantan y los que más gracia tienen al bailar y al menearse. Díganme ahora que me lo estoy inventando, si hasta el mismo refranero (y cancionero) es especialmente rico a la hora de retratar la condición de la fealdad ibérica:

-"Cuando dos feos se casan, mal para la casta".
-"Las mozas de Rentería lloran y tienen razón, porque no las quiere nadie, de puro feas que son".
-"A nadie le huelen mal sus peos ni le parecen sus chiquillos feos".
-"A quien feo ama, bonito le parece".

Llegando incluso a recoger apasionados elogios a la fealdad:

-"El hombre como el oso, cuanto más feo más hermoso".
-"La suerte de la fea, la guapa la desea".
-"Mejor fea y honrada, que guapa y desmelenada".

Ya ven que venimos, pernoctamos y vamos, en este destino universal esperpéntico, de un país de feos a un país de feos: Hemos sido tan feos y somos tan feos que la fealdad es norma y la belleza siempre es accidente y generalmente además bastante sospechosa, cuando no es directamente sinónimo de prostitución, estraperlo o imbecilidad.

Con semejante presupuesto comprenderán que me extrañe de que una aficionada al canto y a la fealdad, tenga tantos seguidores en un país a rebosar de verdaderos profesionales del tema: El Fary, Massiel, Quique San Francisco, El Drogas, Aznar, Zapatero, Penélope Cruz, Evaristo, Lola Flores, Carod Rovira, Falete... ¡Los hay a docenas, a cientos, a miles, a millones!.

Aquí lo raro no es precisamente que el más feo del pueblo cante, cuente chistes, haga "pilículas" o baile el tango, lo raro es que no lo haga, y más raro aún es que no lo haga bien y no triunfe, a pesar, o precisamente gracias, a esa fealdad tan característica.

Vamos, que no veo ninguna necesidad de importar feos extranjeros en un país que produce feos de la mejor calidad, e incluso hasta más resistentes y con varias taras tanto físicas como psíquicas por el mismo precio: Estén atentos y hagan el favor de mirar un poco más por la economía nacional y no se dejen embaucar por productos ultramarinos que son puro marketing.


P.S:

Para curarnos en salud y recordar que hubo un tiempo en que los músicos eran músicos y no modelos:

-Veamos cómo Nick Cave, disfrazado de Superintendente Vicente, con un Shane MacGowan tan cargado de bisutería como de "tiritos de la alegría", le pegan un buen repaso al tema tan bien interpretado por Armstrong; ya ven que entre feos queda la cosa.




-y de propina una Edith Piath, tan atractivamente feucha ella:




PS.2:


El virus de la gripe porcina al microscopio.

El virus de la gripe porcina quiere hacer el siguiente comunicado a través de este blog: "Me he ido de vacaciones porque estoy agotado: Nos vemos de nuevo en Septiembre. Besos y abrazos para todos".

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