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lunes, 11 de enero de 2010

La comunidad pervertida de Miami: El puente Julia Tuttle


El puente Julia Tuttle, sobre el Golfo de Vizcaya 2.

¡Hoy nos vamos de excursión! ¿Qué les parece? No se emocionen demasiado porque son vacaciones de pobre, ya se sabe, vacaciones virtuales: Mucha foto, algún video, cuatro patadas al diccionario y alguna exclusiva arrebatadora, despampanante, sobrecogedora. No digan que no se lo he avisado, luego no se quejen de que les han dado un asiento sin ventana o que se les marea el alma.

El destino es Miami (pronunciado maaay-iiiia-mI), más concretamente uno de sus puentes de la interestatal, el Julia Tuttle, y si nos ponemos muy finos hasta podemos decir que lo que nos interesa de toda esta historieta es lo que se cuece debajo del mismo: "Debajo de sus faldas de hormigón y acero, donde se resguardan los desheredados a los que se les niega el color de la vida y de unos cachetes culares bien rosados" que bien podría escribir algún becario cretino o informático con ínfulas artísticas.

Bien. ¿Bien? muy bien. El caso es que desde hace varios años viven y han ido viviendo en ese pequeño islote artificial una comunidad de unos 60 sex offenders. Como muchos de Vds. ya sabrán el término "sex offender" es cómo se definen en los EE.UU a las personas convictas por crímenes sexuales: Violación, exhibicionismo, pedofilia, corrupción de menores, abusos deshonestos, abusos honestos etc.

¿Qué hacen estas ovejas descarriadas tan juntas y tan revueltas debajo del puente Julia Tuttle (¿o era Buttle?)? Se preguntarán. ¡Qué no harán!, contesto gratuitamente yo.

Yo pensaba al iniciar este viaje iniciático, esta alegre expedición al lado oscuro de la vida, que nos íbamos a encontrar con una sociedad de piratas pedófilos vestidos en taparrabos, reducidos al canibalismo a costa de trabajadores de autopistas borrachos y a la caza de autobuses escolares con las ruedas pinchadas, monstruos que habían abandonado esta injusta sociedad, que los castiga y desprecia por querer dar rienda suelta a sus pasiones románticas y pulsiones sexuales, y se habían hecho fuertes en esa Nueva Gomorra, pero no y seguro que más de uno de Vds. también se ha quedado con las ganas.


"Os voy a follar a todas ¡putas, putas, putas, mamá, mamá!"

El caso es que según las leyes del Estado de Florida cualquier angelito registrado como sex offender, sello indeleble, marca perpetua, no puede vivir a menos de 750 m de escuelas, parques públicos y cualquier otra zona en la que pueda haber grupos de niños. Como los niños están de moda desde hace varios millones de años y todos quieren tener uno, dos o siete, la búsqueda de vivienda para los violadores de ascensor, los sodomitas de parroquia y parvulario y los simpáticos aficionados a menores habituales del Club Arni es un problema de rabiosa actualidad.

Recién salidos de la cárcel y con el mapa en mano las autoridades les proponen unas cuantas localizaciones donde alguien de sus necesidades pueda ser feliz, pero ¡ay! casi todas les quedan muy lejos a los pobres, concretamente fuera de la ciudad y hasta fuera del estado, así que como último reducto habitable la mayoría opta por esa tierra de nadie artificial entre la ciudad y el aeropuerto, que no sólo está lejos de escuelas y parques sino que seguro que tiene zonas sin cartografiar y posiblemente hasta microclima.

Muchos habitantes de esta comuna hippie sobreviven pescando, otros recogiendo latas de coca-cola y restos de comida que les tiran los conductores, algunos se ganan la vida haciendo pajas cuartelarias a sus compañeros, otros mantienen la cordura enseñando sus miembros y miembras a los conductores de la autopista, pero la mayoría se va tan tranquilamente a pasar el día a la ciudad.

Y es que el toque de queda, que va desde las 18.00 hasta las 07.00 y se controla con un agente de servicios sociales equipado con armadura de hierro colado que les pasa lista y con tobilleras electrónicas, tiene sus límites; así que durante el resto del día pueden follarse lo que les apetezca, fumarse un cigarro, hacer bises y volver a descansar en sus chabolas, coches destartalados y tiendas de campaña para contar sus hazañas del día a sus camaradas.

Lo que se ahorran las eficientes autoridades en cárceles y en medicación (un millón de dólares en seguimiento y terapia según un sheriff de los de Miami-vice) luego lo pagan en ayes, en Mayami, mi brodel...


¿Una alegre comunidad hippie? ¡casi!

Ya en su día el genial compositor y artista Pedro Guerra denunció la situación de estos "desheredados sexuales" en su famosísima canción "Debajo del puente".



Fabulosas frases como "y arriba del puente, la calle, el colegio, los niños, los gritos, te vas sin un beso..." no eran gratuitas en absoluto ya que uno de los hermanos, o al menos eso me han asegurado a mí, del arrebatador poeta vive "debajo del puente" desde hace varios años: Juan Carlos Martir, que es su alias de profesión y su profesión son sus labores en parvularios.


Juan Carlos Martir, hermano de Pedro Guerra.

Aquí pueden ver una fabulosa imagen de Juan Carlos Martir, capturada del video que el Miami Herald realizó sobre esta comunidad de rebeldes. En el min 2.10 pueden ver cómo nos da a todos una lección de dignidad y tolerancia cuando se queja de que "por mear en unos arbustos alguien llama a la policía y ya te cuelgan el sanbenito de sex offender". Me resbalé en el ascensor, me caí encima de ella y la penetré analmente repetidas veces sin querer Señoría, que dicen muchos.


Este sillón ha visto pasar más suspiros y corridas que el colchón de un meublé.

¡Exclusiva!:

Pero la historia no es tan bonita como se la cuento, nunca lo es, en esa comunidad pasan cosas muy raras. Si ya les parece muy raro que en Google Maps, nunca llueva, ni nieve, ni granice, se van a sentor aterrados cuando vean algunas de las imágenes de mi exploración de la zona con el paquete de viajes Street view de Goggle Earth... ¡puro escalofrío!.

¿Les parece demasiada casualidad que nada más "acercarnos" a la zona podamos ver restos de vehículos en la autopista?, ¿accidentes fortuitos o accidentes provocados? Vds. lleguen a sus propias conclusiones que yo, sensible como soy, estoy temblando de miedo.


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Pasado el primer susto parece que podemos confiarnos... ¿Acaso no hay nada más normal en el mundo que una comuna de 60 violadores, pedófilos y exhibicionistas viviendo en tiendas de campaña? ¡Cada ciudad decente tiene dos o tres y antes los llamaban Hippies!


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La pena es que la furgoneta de Google no se atreve a bajar por miedo, pero debajo de nosotros hay mucha más miga.


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Para que vean la miga que hay que parece hasta Torremolinos en temporada alta. Quién diría que el alegre señor de la cañita posiblemente ha violado a su hijastra subnormal...



¿Lo ven ahora? Son las energías mesmerico-sexuales concentradas en la zona que producen una singularidad magnética que produce que las mismas farolas de acero se partan por la mitad pero permanezcan flotando en la nada. Con cuatro pitufos sioux, el séptimo de caballería y tres o cuatro bombazos james Cameron les hace el remake de Avatar, al tiempo...


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Unas energías tan poderosísimas que hasta los mismo conductores realizan extrañas maniobras involuntarias al perder el control de sus coches impelidos por esas fuerzas desconocidas y posiblemente hasta paranormales. Miren, miren y todo demostrado con documentos gráficos clarísimos y de procedencia contrastada:


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¡Si antes me daba miedo toda esta historia ahora estoy tiritando de pavor!

¡Exclusiva 2!:

Por si no quedara demostrado que algo muy raro pasa en esta zona, ahora vamos a por el espanto mñas directo.

Mi poderosa vista no revelaba nada claro y mi natural perspicacia se sentía huérfana de padre, pero una intuición vaga, una sensación casi ansiosa unida a extraños picores, me apuntaba que había algo muy raro en una de las muchas imágenes de nuestro estupendo viaje, algo que debía descubrir, algo que debía descubrir y revelar al mundo ¡qué coño!:


Hagan click para ampliar la curiosidad.

Sometiendo la instantánea a los más exhaustivos análisis, gracias a los programas informáticos más modernos que regalan con cualquier ordenador de sobremesa, comprobé que no estaba equivocado en mi sentido, ni mucho menos en mi sensibilidad.


Hagan click para ampliar las sospecha.

¡Pero qué demonios es esto?, ¿qué misterios encierra esa perturbadora silueta de la "isla de los famosos pedófilos"? ¡Dios mío! ¿No lo ven?.


Hagan click para ampliar el horror.

¿Cómo que no lo ven? ¡ No hay peor ciego que el que no quiere ver! ¿qué me dicen de esta terrorífica estampa? ¡Una figura tocándose el miembro mientras un niño (o un enano) baila salsa!

Ya de por sí la imagen sería repugnante si no fuera también satánica, ya que una enorme calavera contempla el tristísimo espectáculo con esa alegría propia de los malditos.


Hagan click para ampliar la prueba irrefutable.

¡Seguro que es hasta el mismísimo Jesús Quintana!

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