Bla Bla Bla Goodbye Bla Bla Bla

jueves, 28 de octubre de 2010

Los viajeros del tiempo



La última aventura es la siguiente, un señor director de cine con poco talento pero con ganas de sacar adelante sus obras y producciones, decide seguir el consejo de un amigo y empezar a aprender algo de su profesión. Con unos durillos que tenía ahorrados se compra varias películas pornográficas y un pack estupendo con las películas del genial Charlie Chaplín.

Las películas porno son lo de siempre: Mucha introducción, el mismo desenlace, interpretaciones muy malas, nada del otro mundo, todo muy artificioso. Pero por no darse por vencido decide ponerse las películas del tio de bigote, que enseguida le parecen un tostón. Como el pack le ha salido por un ojo de la cara, y se le ha pasado el plazo de devolución, decide pasar la aburrida tarde de domingo trasteando con los extras, a ver qué es eso.

Ese día cambiaría su vida para siempre. Sufrió un arrebato místico-capitalista que casi se lo lleva para el otro barrio: ¡Acababa de ver a una señora hablar por un teléfono móvil por la calle en una grabación de 1928! ¿Es que nadie ve los extras de los DVDs? ¡De aquí yo saco tajada! pensó el interfecto.

Y así fue: Grabó un estupendo video-denuncia con sus amplios conocimiento cinematográficos y le dio carraca en yutuf, que es más duro tener que visitar urinarios para triunfar que poner carita de persona sensible atravesada por una revelación que, sin duda alguna, cambiará el mundo y acabará con la crisis: Existen los viajeros del tiempo y sus películas son tan buenas que hasta ganan premios y todo:



No cabe en la cabeza postmoderna que la señora pueda estar probando las maravillas de un audífono, agarre un misal y rece mientras se frota su mandíbula para calmar el dolor de muelas, sea una pobre histérica alucinando por las calles (como si hoy en día toda persona que habla sola por las calles usara teléfono móvil) o incluso esté alucinando en colores con medio litro de láudano que se había metido para pasar la tarde tan ricamente.

No. Eso es un móvil, por cojones, y esa persona es sin duda una viajera del tiempo que ha aprovechado el puente para irse de parranda por esos tiempos de Dios. Ella quería coger el pack "Jurásico en una semana" pero como aún la crisis continúa en el 2356 y se ha tenido que conformar con irse de picos pardos con el pack "Glorias del cine de 1928" y visitar unos cuantos estrenos como "The Circus" y "Viva Madrid, que es mi pueblo". Precisamente en ese momento se encontraba comentando con una futura amistad lo mucho que se "avía havurrido pk hakeyo n tenia 4-D ni Chichisound pero k hera guay pk se puede avlar con el mobil en el sine y asta fumar, k eso si ke es toleranzia".

Lo único que nos faltaba es que los cretinos futuros no sólo pisoteen nuestras tumbas, sino que vengan a chulearnos cuando aún estamos vivitos y coleando (unos más que otros, lo de colear, claro), y que encima llenen aún más la cabeza de ideas disparatadas a los cretinos y estafadores actuales para que nos den aún más la murga. ¿Qué os hemos hecho nosotros?, ¿algo muy grave para articular semejante venganza?, ¿Está tan caro el cine en vuestra época?


Viajero del futuro visitando Valladolid en 1960.

Yo tengo verdaderos problemas con los iletrados que pretenden ver dibujos de ovnis en lienzos renacentistas (recordaran como rodó el tema hace pocos años), los fantoches que están convencidos que comiendo cebollas y bebiendo cerveza es imposible madrugar e irse a trabajar en taparrabos a construir pirámides que sin duda deben ser marcianas o "Plutónicas", las teorías borderline para las que todo es conspiración judeo-masónica o la penúltima memez de los avispados cazadores de "viajeros del tiempo".

Tanta credulidad y poco seso me produce más vergüenza ajena que rabia, y dependiendo del día hasta me puede producir mucha risa y energía positiva, como las pulseritas mágico-magnéticas que lleva la nueva ministra de sanidad, que dentro de pocas semanas se va a colgar un amuleto vudú junto a la medallita de San Cristóforo Peludo, patrón de los analfabetos con buenos padrinos.

Lo que no paso, me sienta muy mal yo soy así, es el negocio que se hace con estos bulos y supercherías. Porque siempre hay negocio detrás, aporte publicidad gratuita (como es el caso), dinero en ventas de libros, videos, complementos de la señorita pepis new-age o incluso apertura de saunas greco-romanas y sectas destructivas.

Por suerte tampoco sufro de ese otro mal que es negarlo todo, y adoptar la impostura del resabido que "no se cree nada" porque ya ha nacido con todo aprendido. Menos mal, pienso yo.
Sin ir más lejos yo me creo que los zombis existen cuando veo una película, o me creo por completo que Alonso Quijano se desloma por los caminos para dar rienda suelta a sus más ansiados sueños, y hasta me creo el dolor de cualquier cantamañanas cantautor cuando nos asegura que se le parte el alma porque su enamorada lo ha dejado.

Luego la película se acaba, el libro se acaba, la canción termina y volvemos al reino de la realidad, que aún participando tanto del de la fantasía, tiene otras tonalidades diferentes, por mucho que tanta gente hoy mezcle churras, merinas, realidad, deseo, fantasía y Wikipedia.


Viajeros del futuro: Desglotadora de funkistos ella, camarero él.

Mi mayor pena es que estos bulos y chascarrillos, que aunque no se lo crean les prometo que en otras épocas se creaban para entretenerse a costa de la credulidad del personal, de ahí su refrescante vitalismo y amor por la vida, que en otros barrios se llama cachondeo, han terminado convertidos en herramientas de puro marketing cateto.

Me parte el corazón y el humor ver cómo esas sanas trolas para tontos se han convertido exclusivamente en un negocio desde que pasaron a ser una "cosa muy seria". Me parece que hay bastante diferencia entre mostrar el pelaje de nuestros conciudadanos y señalar que "el rey está desnudo" a tranquilizarlos diciéndoles que no son idiotas, sino que tienen toda la razón y pasen por caja para pagar y tragarse sus píldoras de gilipollina, colgarse sus amuletos pseudo-científicos y comprarse el libro "Me la llevé al río pensando que era mozuela pero era del 2134". A ver lo que tarda esta lumbrera en vender un documental sobre este innegable fenómeno de turismo sexual-temporal-cinéfilo. En medio año está a la venta.

Dos aspectos quiero resaltar de esta aventura, dos, para concluir:

1- El analfabetismo actual en el que vivimos, posición moral si se quiere, en el que parece ser que cualquier contemporáneo es capaz de entender, explicar y hasta justificar toda la historia de la humanidad. Esto es de una soberbia cateta y ciego enorme, pero hoy en día es el pan nuestro de cada día.

2- El tan infantil como enorme salto que se da desde el detalle curioso a la explicación más descabellada, sin pasos intermedios ni razonables. Está visto que muchos piensan que la famosa navaja de Ockham debe ser un grupo de fados o el título de una película en la que salía el glorioso Pirri dando palos por Madrid con su coleja el Ockham ese.

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